La creatividad dominicana ha dado frutos globales en áreas como la música, pero todavía no ha parido estrellas mundiales del diseño. ¿Qué falta para que el país llegue ahí? Una joven diseñadora, hija de dominicanos establecidos en la costa este de EEUU, tiene algunas teorías. Por eso, este perfil de Christine Espinal, la creadora de piezas como la Mesa Tres, es en realidad un análisis del cambio de mentalidad que necesita la escena naranja dominicana.
Para muestra, aquí va el párrafo de apertura:
Como inmigrante preocupado por la cosecha de su sacrificio geográfico, el padre de Christine Espinal no estuvo de acuerdo con su inclinación de dedicarse a la creatividad como profesión. Oriundo de Dominicana y residente en el Bronx, él veía para ella una carrera que aprovechara las bondades comerciales del enorme mercado estadounidense. Pero Espinal insistió, y tras un recorrido que la llevó por las aulas del Art Institute of Philadelphia y del Fashion Institute of Technology, terminó con una licenciatura en diseño de interiores. Hoy, mitad en chiste pero muy en serio, compartió el comentario de un amigo que le llamó “la Charlotte Perriand dominicana”. Tiene todo el sentido del mundo: los dominicanos nos vemos reflejados en las posibilidades imposibles de llegar al home de la MLB, a la corona de Miss Universo o hasta al podio de los Grammys, pero todavía no hemos asimilado el que también está a nuestro alcance ser estrellas del Salone del Mobile. Con su trabajo está intentando cambiar esa percepción.
